Aunque en la actualidad nos cueste creerlo, uno de los animales más temidos por los antiguos marineros era el pulpo. La leyenda del Kraken, procedente de la mitología escandinava, amedrentó durante siglos a los que se desarrollaban su vida en el mar al describirlo como una especie de pulpo o calamar gigante que vivía en las profundidades marinas y atacaba a los barcos. Hoy en día podemos encontrar a este ser mitológico en decenas de películas, como Piratas del Caribe o la adaptación del clásico de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino.

Las antiguas narraciones lo describían como un animal de dimensiones colosales que acosaba a las embarcaciones que se cruzaban en su camino e intentaba atacarlas con sus enormes y fuertes tentáculos para arrastrarlos hasta las profundidades del océano. Sin embargo, lo que le hacía todavía más peligroso era su táctica de nadar en círculos alrededor del barco hasta crear un gran remolino que terminaba por hundir la nave

Su forma se podía confundir con la de una isla flotante en medio del mar, así que muchas veces los marineros no descubrían la presencia del Kraken hasta que no era demasiado tarde. La única manera de localizarlo a tiempo era observando el fondo marino y tratar de buscar sus brillantes y enormes ojos rojos.

A pesar de su terrible apariencia y de las nefastas consecuencias que podía tener cruzarse con el Kraken, se decía que a su alrededor nadaban grandes bancos de peces y que atraía a la buena pesca. Aunque, visto lo que contaban de este ser mitológico, había que ser muy valiente o demasiado temerario para atreverse a echar las redes en presencia suya.

Pero, ¿todo esto no eran más que leyendas o realmente pudo existir un ser similar al que hemos descrito? Aunque las descripciones son evidentemente exageradas, es probable que la leyenda surgiera a partir del avistamiento de calamares gigantes de entre 15 y 20 metros de longitud. La existencia de estos cefalópodos está científicamente probada, aunque tras años de investigaciones todavía se sabe muy poco acerca de ellos.

Lo cierto es que a mí esta historia me ha dado bastante hambre, así que voy a prepararme unos buenos solomillos de pulpo para saciarla.